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Opinión - "HATUN ÑAN" Y LA INCLUSIÓN DE LOS INDÍGENAS

HATUN ÑAN Y LA INCLUSIÓN DE LOS INDIGENEAS. 
El esfuerzo de Arguedas por difundir, de forma teórica y práctica, la interculturalidad que todavía no es totalmente asimilada en el Perú, al parecer no está cayendo en un saco roto. Un ejemplo podría ser, el enésimo evento en homenaje a este insigne escritor que se realizó el martes 8 de febrero en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNSAAC.

Lo que distingue a este conversatorio de otros, es el papel de la entidad organizadora que cumple dentro y fuera de la propia universidad. Se trata del Programa Hatun Ñan. Gracias a la labor de este programa, no son pocos los estudiantes de origen indígena que tienen acceso a muchos beneficios académicos y sociales.


Es necesario señalar que el Programa Hatun Ñan fue creado en 2003, gracias al convenio suscrito entre la UNSAAC y la Fundación Ford; esa afamada entidad filantrópica, responsable de otros programas de desarrollo social en toda Latinoamérica. Según el portal web del programa, son más de 300 alumnos provenientes de comunidades quechuas, aymaras y amazónicas. En el contexto en que vivimos, con una fuerte y todavía subvalorada influencia indígena, la obra que realiza el programa es muy significativa.

La inclusión del sector indígena en la vida social es un trabajo arduo y que debe proyectarse a largo plazo, aunque algunos de sus efectos ya puedan ser percibidos por muchos. No se trata sólo de reconocer el verdadero valor de la cultura autóctona para la convivencia social;  tampoco se trata de tomar a los indígenas como seres indefensos, o de darles todos los beneficios a los que cualquier otro ciudadano no pueda acceder, sino por alguna característica o facultad extraordinaria. No se trata de tener favoritos, sino de aceptar a todos tal y cual son.
Es por eso que los esfuerzos de Hatun Ñan deben enmarcarse perfectamente en la primera fase del proceso de aceptación de nuestra multiculturalidad. Quizá la intención del programa es la de brindar el apoyo que les fue negado a los indígenas, por lo que su generosidad es comprensible y loable. Estoy seguro también que los responsables del programa Hatun Ñan, si son conscientes, comprenden que las actividades que se realizan hoy, tendrán mañana una naturaleza muy distinta. Al fin y al cabo, estamos hablando de un grupo que conforma la mitad de la población peruana; un sector que debe tener mayor participación activa en nuestra sociedad.

Ya el mismo Arguedas nos heredó el trabajo de concluir el largo y complejo proceso de mestizaje que viene siguiendo nuestro país. Y mientras la inclusión no sea total para los indígenas, programas como Hatun Ñan tienen mucho que hacer.

Por: David Osorio.

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